Animación infantil de la Unión Soviética (1927-1945)


1. Los inicios de las películas para niños (1927-1936)

1.1. La efímera corriente de finales de década

A pesar de la asociación común entre público infantil y animación, la primera etapa de la animación soviética estuvo marcada por el dominio de la caricatura política. Los primeros directores (Nikolai Khodatayev, Alexander Bushkin, Yuri Merkulov, etc.) realizaron cortometrajes que apuntaban a un público adulto. Por lo general, sus obras tenían un compromiso ideológico muy fuerte, satirizando a los enemigos del comunismo (la burguesía, la Iglesia, Occidente, etc.) y exaltando las virtudes de la ideología oficial con un estilo directo, mordaz y propagandístico. La inspiración procedía a menudo de la cartelería y la caricatura, muy cultivada por autores como Vladímir Mayakovski. Sin embargo, desde finales de los años 20 hasta mediados de los años 30, la dirección satírica del medio radicaba en la literatura rusa del siglo XIX: Aleksandr Pushkin, Mijaíl Saltykov-Shchedrín, entre otros. Aquí el vanguardismo que destacaba en el cine de imagen real también se manifestó en la animación por medio de técnicas como el cut-out, el stop motion con títeres y los dibujados animados sobre papel. Esta heterogeneidad era visible en la abundancia de grupos de artistas, produciendo contenido desde talleres y estudios como Goskino, Mezhrabpom, Tsentrosoyuz y otros tantos que desaparecieron o cambiaron de nombre varias veces en menos de una década.

La propaganda comunista y la sátira política, no obstante, dejaron paso a la vertiente infantil a partir de 1927. El deber socialista de educar a una nueva generación de ciudadanos, el potencial del medio para atraer a un público infantil y la influencia del cine estadounidense con su star-system repleto de personajes animados (Félix el Gato, Oswald el Conejo Afortunado o Mickey Mouse) son algunas de las causas que explican el surgimiento de la animación infantil. No obstante, los representantes del nuevo “género” constituyeron una tendencia notoria únicamente a finales de los años 20, volviendo a la irrelevancia hasta mediados de la década posterior. El rol ideológico de la animación tampoco desapareció, por lo que hay un subtexto político evidente en casi todas las animaciones del género. Además, el target de estas producciones animadas se aproximaba más a la clasificación “Apto para todas las edades” en lugar de solo enfocarse en los niños. Un ejemplo son Las aventuras del Barón Munchausen (1929). La película de Daniil Cherkes logró el favor de niños y adultos, impresionando a los últimos con la sutil ironía de Rudolf Erich Raspe.

El niño samoyedo (1928)

Los obstáculos citados impiden realizar una valoración sesuda del género infantil del periodo, pero hay un par de aspectos a destacar. Uno de ellos es la similitud formal con la filmografía animada de su contexto espaciotemporal, ya que seguimos con títulos que usan animación de recortes y dibujos animados en papel. Las productoras eran esencialmente las mismas, resaltando Mezhrabpom-Rus (a partir de 1928 Mezhrabpomfilm) y Goskino (a partir de 1934 Moskinokombinat). Sus creadores, los cuales alternaban entre producción infantil y adulta, eran discípulos o colaboradores de los primeros directores del período: Daniil Cherkes, Ivan Ivanov-Vano, Valentina y Zinaida Brumberg, etc. Entre los títulos más conocidos se encuentran Senka el Africano (1927), película basada en un cuento de Kornéi Chukovski que mezcla imagen real y animación; La pista de patinaje (1927), corto de Yuriy Zhelyabuzhskiy que resulta llamativo por un estilo muy simple de personajes de líneas negras sobre un fondo blanco; El niño samoyedo (1928), obra destacada por sus logros técnicos en lo relativo al movimiento y por sus logros artísticos al utilizar arte tradicional del pueblo nenet; y Las aventuras del Barón Munchausen (1929), adaptación de la obra de Rudolf Erich Raspe que cuenta los muchos disparates del personaje titular.

En el área del stop motion con marionetas, los representantes del género son aún menos abundantes y conocidos. Los directores Mariya Benderskaya y Yuri Zhelyabuzhsky desempeñaron básicamente este trabajo a finales de la década de 1920: Moidodyr (1927), adaptación parcialmente perdida de un relato muy conocido de Kornéi Chukovski; y Las aventuras de Bolvashka (1927), que recuerda a una adaptación de Pinocho al presentar cómo una marioneta de madera cobra vida y protagoniza un par de sucesos. Por desgracia, a partir de aquí es difícil encontrar otros ejemplos de esta tipo de cine infantil. Si buscamos un poco vamos a encontrar otros títulos con protagonistas de corta edad como Las aventuras de los pequeños chinos (1928), pero hay una intención propagandística y satírica que apunta a un público diferente. Algo que también ocurre con Aleksandr Ptushko, la principal figura entre los seguidores de los títeres. Su primer obra destacable, El maestro de la vida diaria (1932), es una sátira que contrasta la vida en los días de antaño con la vida moderna en la URSS.

1.2. La influencia arrolladora de Disney

La segunda etapa del medio animado estuvo condicionada por una serie de factores relevantes. Uno de ellos es la industrialización del país, un proceso acelerado por el cual la Unión Soviética priorizó el desarrollo y el crecimiento de la industria nacional con el fin de convertir el sector industrial en la base de la economía soviética. Esta misión, que tuvo lugar entre mayo de 1929 y junio de 1941, fue posible gracias a los planes quinquenales. Esta política económica dirigida por el Estado soviético se basaba en la creación de una serie de proyectos económicos (industrialización, colectivización de la agricultura) y perseguían el mayor índice de crecimiento económico posible en períodos teóricos de cinco años. La prioridad estaba en la industria pesada, pero las industrias de bienes de consumo ganaron mayor presencia con el tiempo. A pesar de que el sector textil y otros sectores dedicados a fabricación de productos básicos fueron los protagonistas, la industria cinematográfica no se quedó atrás. Un ejemplo fue la necesidad de producir película en la URSS, en vez de seguir importando el celuloide en el extranjero, ya que el cine tenía un valor fundamental como medio de propaganda. En 1931, aparece un productor de película cinematográfica: Svema.

En el área específica de la animación, la influencia del cine estadounidense causó una reorientación de la producción hacia un target infantil. El éxito de Walt Disney y los hermanos Fleischer era visto como una solución al problema de transformar el cine en un arte para las masas. Boris Shumyatsky, director de Soyuzkino y más adelante vicepresidente de la Dirección General de Cine y Fotografía, estaba convencido de que el cine debía renunciar a cualquier formalismo en favor de un espectáculo alegre capaz de atraer millones de personas. Su ambición era construir un Hollywood soviético en la península de Crimea, pero en 1938 se convirtió en una de las muchas víctimas de la Gran Purga.

Los tres cerditos (1933)

En realidad, Viktor Smirnov fue el que dio el primer paso. Smirnov, quien dirigía una empresa con sede en Nueva York responsable de distribuir películas soviéticas en Norteamérica, recibió la tarea de estudiar a fondo el proceso de animación en Walt Disney Productions y Fleischer Studios. Al año siguiente, en 1934, Smirnov volvió a su país y fundó un taller vinculado a Mosfilm donde él y otros colaboradores (Vladimir Suteev) comenzaron a desarrollar un estilo cuya visión de la animación se aproximaba a Disney. El resultado fueron ocho cortometrajes realizados entre 1934 y 1936. Todos compartían su enfoque en el entretenimiento, pero en general eran de una calidad inferior a la de sus homólogos estadounidenses. Una causa muy evidente era la menor transparencia de las láminas de celuloide, introducidas en Rusia por Smirnov entre 1933 y 1934.

El último punto de giro en la transformación de la industria fue el Primer Festival Internacional de Cine de Moscú. En 1935, Walt Disney envió al festival un rollo de película que incluía, entre otros, el cortometraje de Los tres cerditos (1933). La recepción de su trabajo por parte de los funcionarios soviéticos y varios animadores fue muy positiva, elogiando los gags humorísticos, el tono ligero de los relatos y la forma redondeada de los personajes. Como resultado, Disney cosechó un tercer lugar entre los ganadores del festival. Lo importante, sin embargo, es que los soviéticos se convencieron de la necesidad de imitar el estilo estadounidense y modernizar su industria animada. Por esa razón, una delegación oficial visitó Hollywood en 1935 con el fin de tomar prestada su tecnología e imitar su método de producción.


¿Cuáles fue la novedad esencial? Pues que los soviéticos realizaron una diferenciación de funciones entre los artistas que participaban en cada filme animado. Es decir, surgieron cargos especializados que permitían que cada miembro de la producción centrara la atención en un área concreta: director, guionista, compositor, director de arte, animador, ayudante de cámara, etc. El resultado fue que los costes de producción se redujeron significativamente y el número de filmes producidos se disparó de forma notoria. Otras novedades incluyeron mejoras en la sincronización de imagen y música o la posibilidad de obtener un movimiento más flexible y dinámico. En cualquier caso, esta subdivisión del trabajo era similar a una cadena de montaje de una fábrica. Por tanto, las películas de animación se aproximaron a los productos fabricados por numerosos obreros en vez de a las creaciones hechas por pequeños talleres de artistas.

2. El dominio del género infantil en el medio (1936-1945)

2.1. El surgimiento de Soyuzmultfilm

Las transformaciones de años anteriores cristalizaron en la fundación de Soyuzdetmultfilm, empresa cuyo nombre cambió definitivamente a Soyuzmultfilm en 1937. El estudio de animación de Moscú fue fundado el 10 de junio de 1936 por orden de la Dirección General de Cine y Fotografía (GUFK) órgano dependiente del Comité Estatal de Artes de la Unión Soviética. Su aparición respondía a una necesidad de centralizar y controlar gran parte de la producción animada en un único estudio, por lo que Soyuzmultfilm nació a partir de la fusión de unidades independientes de estudios previos como Mezhrabpomfilm, Mosfilm y el estudio de Smirnov. A pesar de que algunas unidades de animación sobrevivieron a la fusión (Lenfilm y Mosfilm en Rusia), la producción animada dejó de ser accesible a pequeños grupos de individuos. Soyuzmultfilm reunió en el mismo lugar a buena parte del talento nacional. Desde artistas consolidados como Ivan Ivanov-Vano u Olga Hodatayeva hasta animadores con una trayectoria más breve como Dmitriy Babichenko o Leonid Amalrik. La administración del estudio organizó cursos de reciclaje donde los animadores aprendieron de todo: dibujo, dirección, actuación, música, etc. Adicionalmente, reclutaron a muchos jóvenes que recibieron las enseñanzas de los maestros anteriores.

Los primeros años de existencia del estudio Soyuzmultfilm (1936-38) se dedicaron al dominio de la tecnología del celuloide, buscando alcanzar una producción en masa comparable a la de sus rivales capitalistas. En consecuencia, la práctica totalidad de los filmes producidos utilizaban la técnica de dibujos animados sobre celuloide. A partir de 1937, muchas de estas películas lograron una versión a color gracias al método de tres colores de Pavel Mershin, que empleaba gelatina cromatizada para la impresión a color. Entre 1936 y 1945, el estudio estatal produjo alrededor de 70 títulos distintos y un 90% eran cortometrajes con una duración estimada entre 7 y 15 minutos. La mayoría de unos 9 a 12 minutos. Desde 1939, no obstante, surge una minoría de filmes que alcanzan 20, 30 o incluso 40 minutos con el fin de relatar historias más complejas: El abuelo Iván (1939), El tío Stepa (1939), El cuento del sacerdote y el ayudante Balda (1940), El cuento del zar Saltán (1943), Simbad el marino (1944), Teremok (1945) y La carta extraviada (1945).

Algunos títulos de Soyuzmultfilm de 1937 y 1938

La orientación hacia un target infantil fue un rasgo definitorio de Soyuzmultfilm y, en general, de la animación nacional desde mediados de los años 30. A pesar de ello, el estilo soviético fue mutando a lo largo del tiempo. Entre 1936 y 1938, el estilo Disney gobernaba con puño de hierro. El cuento de hadas era el principal género del medio, pero siguiendo los principios estadounidenses: prioridad en el entretenimiento, animales parlantes y antropomórficos como personajes, diseños de personaje lindos y graciosos, movimiento enérgico y flexible, importancia de la música, correspondencia entre imagen y sonido, etc. Por desgracia, la calidad de estos cortometrajes estaba lejos de estar al mismo nivel que los realizados en el estudio de Walt Disney o los hermanos Fleischer. Las limitaciones son evidentes: desde la escasez de profundidad, dando la impresión de que los personajes se mueven en un escenario teatral, hasta la variedad reducida de la animación, optando siempre por animación de personajes en lugar de animación de efectos (fuego, agua, etc.). No obstante, la falta de originalidad resultaba más preocupante porque no aportaron suficientes ideas de cosecha propia para ir más allá de la imitación competente. Sin duda, hay ejemplos más creativos como El regreso del Sol (1936) o ¿Por qué el rinoceronte tiene la piel arrugada? (1938), pero son testimoniales.

Por otro lado, el génesis de estas producciones animadas es más diverso. Una parte de las películas no responde a un origen preestablecido, tratándose de contenido original o cuya inspiración resulta difícil de discernir. Ejemplo de ello son Hace calor en África (1936), La liebre osada (1937) o Una liebre hecha sastre (1937). Los primeros filmes originales no tardaron en dar paso a adaptaciones de cuentos populares u obras literarias, convirtiéndose en la norma dentro del género. No obstante, las adaptaciones optaron tanto por material extranjero como local. 

En el primer grupo aparecen títulos extraídos del trabajo de autores clásicos como Alejandro Dumas (Los tres mosqueteros, 1938), Rudolf Erich Raspe (El pequeño mentiroso, 1938), Wilhelm Hauff (El pequeño Muck, 1938), los hermanos Grimm (Caperucita Roja, 1937), Rudyard Kipling (El valiente marinero, 1936; La cría del elefante, 1936; y ¿Por qué el rinoceronte tiene la piel arrugada? 1938) y Charles Perrault (Pulgarcito, 1938; y El gato con botas, 1938). A partir de 1939, las adaptaciones de obras procedentes más allá de la órbita soviética disminuyeron con brusquedad y solo el título de Simbad el marino (1944), película dirigida por las hermanas Brumberg, ilumina esta oscuridad. 

Por el contrario, el segundo grupo se mantuvo fuerte desde los inicios de Soyuzmultfilm hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. Ahora bien, las adaptaciones de material propiamente soviético solo incluyeron relatos folclóricos y literarios de los eslavos orientales (Rusia, Bielorrusia y Ucrania). La lista es extensa, sobre todo entre los cuentos populares recopilados por folcloristas rusos: Kolobok (1936), El gato Catovich (1937), Ivashka y Baba Yaga (1938), El zorro, la liebre y el gallo (1942), Teremok (1945), etc. En el campo de la literatura infantil, los nombres que más se repiten son los de Iván Krylov, llevando a la gran pantalla cinco historias (El zorro constructor, 1936; El huésped que no fue invitado, 1937; El elefante y el perro Moska, 1941; El águila y el topo, 1944; y El carbonero, 1944); y Kornéi Chukovski, cuyas poesías infantiles de la década de 1920 volvieron a estar de moda (Moidodyr, 1939; Limpopo, 1939; Barmaley, 1941; La mosca Tsokotuja, 1941; Teléfono, 1944; y El rapto del Sol, 1944). Desafortunadamente, la tradición de los pueblos bálticos, urálicos, túrquicos y demás fue muy ignorada con excepción de algunos ejemplos aislados (El regreso del Sol, 1936; El cuento del buen Umar, 1938; y Jabzha, 1938).

Un rasgo de este carácter eslavo es la elección de los personajes. Como hemos dicho anteriormente, los animales parlantes y antropomórficos dominaron el medio. La influencia estadounidense resulta obvia en la inclusión de animales domésticos como perros y gatos, pero los auténticos protagonistas son los animales salvajes que habitan en los paisajes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania: osos, liebres, zorros, lobos, pájaros (cuervos, ruiseñores, pájaros carpinteros, etc.). Cada uno de ellos suele poseer unas características que se repiten en otros de su misma especie, sin importar que cambiemos a otro relato. Entre los héroes, por ejemplo, la liebre es descrita como un animal débil y pequeño, pero que no le falta valentía o ingenio para superar los retos que se le presentan. Por el contrario, los zorros y los lobos siempre se sitúan en el bando de los villanos. Los primeros, que pueden ser tanto machos como hembras, se valen de la adulación y la mentira para engañar a otros animales honestos. El oso, en cambio, es un animal de rol ambivalente. A pesar de que las historias coinciden en que es un tipo grande y fuerte, el oso no se adhiere a una facción concreta. Lo mismo estamos ante un oso crédulo y torpe que cae en la trampa de un zorro como ante un oso intimidante que es el terror del bosque.

2.2. El breve recorrido de Mosfilm y Lenfilm

A pesar de la preponderancia de Soyuzmultfilm, el estudio de animación más importante de Europa en un futuro próximo no era el único produciendo filmes en la Unión Soviética. Aquí se podría citar el trabajo de otros grupos surgidos en las repúblicas soviéticas de Ucrania y Georgia, pero ninguno de ellos destacó tanto como los rusos Mosfilm, ubicado en la capital; y Lenfilm, situado en el viejo Leningrado. Ambos existían desde hacía años, pero no fueron pocas las transformaciones y cambios de nombres antes de llegar a este punto. Su andadura se vio obstaculizada entre finales de la década de 1930 e inicios de la década de 1940, poniendo fin a su actividad animada hasta prácticamente el final de la Unión Soviética. Veamos qué nos ofrecieron durante alrededor de un lustro.

La primera entidad, Mosfilm, se distinguió de sus competidores por continuar empleando la técnica del stop motion con marionetas. La principal estrella era Aleksandr Ptushko, uno de los animadores más famosos del país en aquel momento. En el contexto de Mosfilm, Ptushko estaba muy implicado en la producción de los filmes. A menudo, aparece acreditado como guionista, supervisor artístico y director. Otros animadores como Sarra Mokil (El zorro y el lobo, 1936; El nabo gigante, 1936; y El lobo y las siete cabritillas, 1938) también participaron activamente, pero Ptushko se elevó entre sus compañeros gracias a la dirección de filmes como El nuevo Gulliver (1935), primer largometraje de animación soviético y adaptación en clave socialista de la obra de Jonathan Swift; El pescador y el pez dorado (1937), primera adaptación de uno de los relatos más conocidos de Aleksander Pushkin; y La llave de oro (1939), cuento de hadas que parte del original de Alekséi Tolstói. La actividad del grupo de marionetistas terminó en 1941 con el cortometraje En la tierra de los muñecos (1941). Por su parte, el animador estrella del estudio se pasó al cine de imagen real en calidad de especialista en la creación de efectos especiales y director de largometrajes.

El nuevo Gulliver (1935)

La segunda y última entidad, Lenfilm, realizaba dibujos animados sobre celuloide, pero en un estilo lo suficientemente distinto como para distinguirse de su rival Soyuzmultfilm. Forma y contenido no diferían mucho, pero ciertos aspectos como el diseño de los personajes o el método de tres colores permiten deducir su procedencia. En cualquier caso, la filmografía de Lenfilm fue breve al producir solo 8 películas en el lapso de tiempo que va de 1937 a 1941: La primera cacería (1937), Teremok (1937), Jabzha (1938), El patito (1938), El circo (1940), El cuento del tonto ratoncito (1940), Tres amigos (1941) y Cómo se alistó Vasya Tyorkin (1941). De entre ellos hay que destacar la presencia de Jabzha, adaptación del cuento de hadas del pueblo Nanai que relata la historia de una chica y sus amigos animales que huyeron de una cruel bruja para poner rumbo a la Luna. A diferencia del estilo cómico y optimista de la época, la obra dirigida por Mstislav Pashchenko destaca por el sentimiento de aflicción de los personajes. Finalmente, el estudio fue destruido por una bomba durante la guerra. El cierre de la sección de animación en Lenfilm hizo que Pashchenko y otros artistas notables como Mihail Tsehanovskiy se trasladaran de forma definitiva a Soyuzmultfilm.

2.3. Punto de inflexión: la definición de un estilo soviético

La adopción de los métodos norteamericanos hacia mediados de la década de 1930 no agradó a todo el mundo. La mayoría eran partidarios de la visión de Viktor Smirnov, pero algunos pocos estaban en desacuerdo con la idea de replicar los principios del movimiento disneyano e importar los temas abordados por artistas occidentales. Aquellos que no lograron encajar abandonaron por completo la animación (Nikolai Khodataev), impulsaron sin éxito sus propios proyectos (Mihail Tsehanovskiy), se rindieron temporalmente y siguieron las directrices de arriba (Ivan Ivanov-Vano) o se dirigieron a un área alejada del target infantil (Aleksandr V. Ivanov).

A pesar de este fracaso inicial, la valoración del estilo estadounidense fue decayendo rápidamente y los animadores soviétivos forjaron su propia visión de la animación con el fin de construir (o, según se mire, reconstruir) entre todos un estilo propiamente nacional. Una de las causas de este cambio se encuentra en el debate sobre la posibilidad de representar personajes humanos en animación y crear la imagen de un héroe soviético positivo. Para ello se introdujo la rotoscopia (denominado método Eclair en la Unión Soviética), una técnica de animación que consiste en dibujar directamente sobre imágenes filmadas en acción real para lograr que el movimiento de los personajes adquiera mayor realismo. Un ejemplo de película que usó activamente el método Eclair fue El cuento del zar Saltán (1943), filme de 35 minutos que adapta la obra homónima de A. Pushkin.

Trilogía del Doctor Aybolit (1939-1946)

El punto de inflexión, sin embargo, ocurre en 1939. Aquel año no se produjeron muchas películas, pero las reformas que tuvieron lugar en Soyuzmultfilm animaron a los artistas a experimentar hacia otras direcciones. El inicio de la escuela soviética, por tanto, se registra a partir de cortometrajes del estilo de Moidodyr (1939), un cuento de hadas en verso dirigido por Ivan Ivanov-Vano que pretende educar a los niños sobre una buena higiene; El tío Stepa (1939), adaptación del poema homónimo de Sergei Mikhalkov donde Vladimir Suteev representa a la perfección la virtud del protagonista; o la trilogía del doctor Aybolit (1939-1946), saga de tres películas (Limpopo, 1939; Barmaley, 1941; y La cola de un pavo real, 1946) dirigida por el dúo L. Amalrik y V. Polkovnikov que sobresalió por su retrato del médico y cierto lirismo inexistente en filmes anteriores.

2.4. El resurgimiento de la animación para adultos en la IIGM

1941 fue un año clave en la animación soviética, pero para entenderlo es preciso repasar el contexto geopolítico de la época. A finales de la década de 1930, la Unión Soviética estaba en una situación incómoda ante la expansión territorial de Alemania hacia Europa central y del Este (el Anschluss, la crisis de los Sudetes y la anexión de Checoslovaquia), los conflictos fronterizos con los japoneses en Manchuria y la falta de cooperación con las naciones occidentales (política de apaciguamiento de Francia y Gran Bretaña, desconfianza ideológica y ausencia de alianzas formales). En consecuencia, Iósif Stalin consideró que, para garantizar la seguridad nacional, la solución era prepararse ante una guerra previsible. El plan de rearme, que empezó a tomar protagonismo en el tercer plan quinquenal (1938-1941), incluía la modernización del Ejército Rojo, la construcción de infraestructura militar, elevar la producción de municiones y armamento, la firma del Pacto Ribbentrop-Mólotov, etc.

La amenaza de la guerra, por tanto, contagió a la producción animada. El contagio no se produjo de forma repentina sino que progresivamente se hizo más evidente el interés en temas contemporáneos relacionados con el panorama internacional y el orgullo nacional. Las principales figuras dentro del nicho, en especial Dmitriy Babichenko y Aleksandr V. Ivanov, realizaron un buen número de filmes antes de la Gran Guerra Patria. Algunos eran homenajes a figuras destacadas que, con sus triunfos, contribuyeron a elevar el prestigio de la URSS en el mundo (¡Saludos a los héroes!, 1937; y Amigos de la taiga, 1939), pero la mayoría eran sátiras que pretendían burlarse de sus enemigos ideológicos o propaganda que ensalza los éxitos del socialismo soviético: Revista de sátira política nº 1 (1938), una colección de cuatro historias que no se ha podido conservar; Crónicas de guerra (1939), filme que narra el triunfo del triunfo del Ejército Rojo; Destino victorioso (1939), exaltación del progreso de la URSS gracias a los planes quinquenales; o Ivas (1940), un panfleto sobre un héroe bielorruso oprimido por la nobleza polaca y liberado por el Ejército Rojo.

La Gran Guerra Patria, iniciada el 22 de junio de 1941, finalmente cambió las condiciones de forma radical para la animación. El principal cambio fue la reducción drástica de la producción de dibujos animados, resultado del envío al frente de batalla de muchos artistas, la falta de recursos materiales y la evacuación forzosa de Soyuzmultfilm a Samarcanda (Uzbekistán). En concreto, la disminución tuvo una repercusión notable en 1942 y 1943 porque se produjo un número igual o inferior a cuatro animaciones por año. A partir de 1944 la industria se recuperó mucho, pero la cantidad de películas producidas no regresó a los niveles del período 1936-1938 hasta prácticamente finales de la década de 1940 por la muerte de 19 animadores y las graves heridas sufridas por otros tantos en el conflicto (por ejemplo, Boris Dyozkhin perdió un ojo). El segundo cambio fue el compromiso del medio con la propaganda, situando a la animación adulta en un primer plano durante los años más difíciles del enfrentamiento. Por esa razón, nos encontramos con títulos que se burlan del líder nazi, condenan la invasión alemana y anuncian el triunfo comunista: Los buitres (1941), Vence a los piratas fascistas (1941), Las botas fascistas no pisotearán nuestra madre patria (1941), ¡Les derrotamos antes! ¡Les derrotamos! ¡Les derrotaremos! (1941), Cine-Circo (1942) y Cuando Goebbels no miente (1944).

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